martes, 6 de diciembre de 2011

Marcha del 6 de diciembre: Entre el odio y la reconciliación.


Marcha del 6 de diciembre: Entre el odio y la reconciliación.

Soy de los que creo en las marchas, pues las que he liderado y en las que he participado, sí han servido de algo, aunque a veces, por no decir la mayoría, demuestran lo contrario y, marchar se convierte en un acto simbólico,  que sirve para que el ciudadano promedio tenga algo de simpatía por alguna causa y sienta que está siendo solidario con esa causa, así sea, por ese breve momento, especie de reconciliación consigo mismo. 

Como muchos, a través de las redes sociales, principalmente, a través del twitter, no nos cansamos en tratar de puntualizar que la marcha del 6 de diciembre no era una protesta contra las FARC, como lo pretendieron establecer algunas organizaciones sociales o centros de pensamiento de derecha y medios de comunicación como RCN: lo hacíamos, porque estábamos convencidos que la marcha del 6 de diciembre, era una marcha contra la violencia, que era una marcha por la vida, la libertad y, por el respeto y acatamiento del derecho internacional humanitario, en el marco de un conflicto colombiano, hoy, cada vez más degradado.

Marchar en contra de uno de los actores del conflicto, particularmente de las FARC y omitir deliberadamente a los demás, era polarizar más al país, porque de uno y otro lado, hay víctimas, todas colombianas; marchar sólo contra las FARC, se da en el marco de los interés políticos que encuentran en el dolor del secuestro y de los muertos como producto de esta absurda guerra, la oportunidad de mantener vigencia política,  razón vergonzante y descabellada.

El que el asesinato de los cuatro militares que llevaban más de diez años secuestrados en manos de las FARC, en el marco de un rescate fallido, hubiese sido nuevamente el detonante para salir a las calles, por lo despreciable y cobarde de esos asesinatos, no constituía impedimento para protestar por los falsos positivos (Crímenes de Estado: Ejecuciones Extrajudiciales): Hijos de la pobreza de Soacha y de otras regiones del país, algunos discapacitados físicos y otros con retardo mental, la muerte del estudiante grafitero en manos de la policía, son también objeto de remembrar y quizá con mayor o igual dolor, porque esos muertos son producto de nuestras fuerzas militares, las que el pueblo paga; los muertos de las motosierras y los que fueron arrojados a los ríos de nuestra patria, previa cirugía para llenar sus vientres de pesadas rocas con el fin del que el rio se quede con ellos para siempre, o los que fueron incinerados o dejados en ácidos para no dejar rastro de ellas, con la complicidad nuevamente de nuestras fuerzas armadas, políticos, terratenientes, empresarios o ciudadanos del común en su papel de colaboradores; los muertos de las denominadas bacrim o neoparamilitarismo que hoy hacen de las suyas a lo largo y ancho de la geografía nacional. Queda claro entonces que no sólo los militares asesinados por las FARC, no son sólo el motivo para marchar, también, los muertos de todos los actores armados legales e ilegales en Colombia.

Quisimos protestar contra la violencia en todas sus formas, provenga ésta de donde provenga: el Estado, la guerrilla, el crimen organizado, pero quedé convencido de que no fue así, en Medellín por ejemplo la marcha se prostituyó o se polarizó con marchantes de dos tipos los anti-FARC y los que protestaban por la Vida y la Libertad, quedó visible también, que como en Bogotá la marcha fue politizada, el comité de aplausos de Uribe hizo de las suyas desde la tribuna dispuesta por la gobernación y con arengas más de odio que de reconciliación, se lanzaron como perros de guerra contra todo, incluso contra Venezuela , para ello se contó con sendas camisetas. http://twitter.com/#!/wilmarmejia/status/144159994156294144/photo/1

Así, es mi sentir de lo que viví en la marcha del 6 de diciembre, concluyendo que fue un completo fracaso: por el oportunismo político de algunos, por el sectarismo de muchos y porque se impuso el odio por encima de una propuesta de reconciliación fundamentada en la vida, la libertad, la dignidad y el respeto por los derechos humanos.


wilmarmejia
Ciudadano Libre Pensador

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