La desigualdad social que caracteriza al municipio de Itagüí se refleja en que cerca del 48% de su población pertenece al estrato 2 y 1 y que esta se encuentra localizada en las veredas, salvo quienes residen en el barrio La Cruz y otras minorías que hacen parte de la zona urbana del municipio. Sin embargo, entre pobres rurales y pobres de la urbe, persisten profundas diferencias, principalmente en el acceso a servicios educativos, culturales, recreativos, de ocio y de movilidad; como también, profundas estigmatizaciones como consecuencia de los ciclos de violencia que se viven en esas zonas.
Hoy un trágico hecho enluta a un sector veredal del municipio de Itagüí, a una de sus instituciones y a todos sus habitantes. Sobre la vereda Los Gómez y su Institución Educativa que lleva el mismo nombre, la prensa posó a través de los lentes sus ojos y con ellos, los ojos del resto del país; la razón: el acoso escolar o matoneo entre estudiantes que pudo haber cobrado la vida de Jhon Alexander Larrahondo de tan solo 12 años. Muerte que es objeto de investigación.
Que el fatídico suceso haya sido el detonante para que la prensa, la institucionalidad y la comunidad se cuestionaran circunstancialmente es un hecho también lamentable; o que se pretenda encubrir las realidades familiares, sociales, políticas y económicas que rodean el entorno de esos niños y jóvenes es un profundo y mezquino error; o que se aspire inculpar inusitadamente a las directivas y docentes de la institución es una respuesta acalorada, infundada, sórdida e injusta.
Si bien es reprochable desde cualquier punto de vista el acoso escolar o matoneo entre compañeros de estudio, es claro, que esta modalidad de acoso escolar es un asunto que en manos de los profesionales indicados puede ser controlable. No obstante, el acoso escolar no es la única variable que rodea la muerte de Jhon Alexander, de acuerdo a las versiones obtenidas, luego de los sucesos escolares, se desencadenaron una serie de hechos que pudieron trazar el camino de muerte de este joven; una de ellas, la aparente negligencia médica en el Hospital del Sur, la cual también es objeto de investigación.
No se le cuenta a la sociedad a través de los medios de comunicación que esta humilde institución hasta hace tres años, se encontraba sumida en la deficiencia académica, con la tacha de Muy Inferior y que con la llegada de la docente-rectora Liliana Torres Castaño hoy está en la Media de calidad según escalafón ICFES; eso no importa, al fin y al cabo son procesos en el marco de la eficiencia y la eficacia organizacional; a nadie se le cuenta que los niños y jóvenes de esa institución semi-rural, hijos de la pobreza, son de buenos modales; que no son vándalos; que no se prostituyen; que en ellos las drogas no son parte del ejercicio escolar; que como niños y jóvenes el juego brusco y desmedido es una constante, ni siquiera una condición de género.
El matoneo entre los escolares implicados es objeto de noticia, pero nada se comenta porque no hay interés en hacerlo, acerca de la historia reciente de la Institución Educativa, de sus procesos académicos y administrativos, del déficit de oportunidades de recreación, cultura, deportes o de continuidad en el ciclo de formación técnica, tecnológica o profesional, para los niños y jóvenes que residen en las veredas; nada se dice, de cómo las Instituciones educativas del Corregimiento el Manzanillo son víctimas del matoneo institucional, implantada como política pública por los alcaldes y secretarios de educación en turno, en los últimos 12 años. De eso nada se dice, siendo otra forma de violencia y de agresión, de discriminación y de exclusión.
Nadie se pregunta porque en medio de los procesos de enseñanza aprendizaje el desproporcionado cambio de docentes y de personal administrativo, sin que importen las implicaciones negativas que esto acarrea en los procesos sociales, académicos y administrativos; la cohesión que se construye entre los estamentos educativos sin rubor y criterio alguno de tajo es arrojada a la basura, con la llegada he ida de unos y otros, solo se generan efímeros encuentros, ejemplo de ello, es que solo en este año, en esta institución educativa se han suscitado 7 cambios docentes, 6 de ellos por asuntos políticos, el otro una jubilación y 4 cambios administrativos por la misma razón; esta vulgar práctica adoptada como castigo laboral y político, no solo lo es con el docente, también lo es con la institución y estamentos que la conforman, estigmatiza y excluye, contrariando la constitución y la ley.
Finalmente olvida la administración municipal que su compromiso con la escuela debe de ser ético y de total transparencia; que le corresponde procurar el desarrollo académico, cultural, político y social de sus alumnos, en el marco de su responsabilidad social en completa equidad y justicia; que le compete en procura de desarrollar en los alumnos actitudes y conductas orientadas hacia el bien común, la búsqueda de crear instrumentos, dar espacios y generar actividades para que los alumnos puedan desarrollarlas. La administración municipal debe entender que elude ese compromiso de responder a dicho encargo, estigmatizando y excluyendo la escuela en contextos vulnerables, generando permanencia e insensibilidad a la problemática social, con la práctica del matoneo institucional implantada como política pública con los docentes, personal administrativo, comunidad e instituciones.
Wilmar Mejía
Ciudadano Libre Pensador